Enfermedad de Parkinson

El origen de la enfermedad

La enfermedad de Párkinson (EP) es la segunda enfermedad neurodegenerativa en frecuencia. La prevalencia de la EP -es decir, las personas que pueden sufrir la enfermedad en un momento determinado- es del 0,3% de la población, aumentando al 1-2% a partir de los 60 años de edad, ya que la edad es un factor de riesgo para la enfermedad.

Se estima que existen en torno a 150.000 afectados/as en España y 6,3 millones en el mundo, según un informe de la Global Declaration for Parkinson’s Disease (Declaración global para la enfermedad de Párkinson) en 2004. Aunque se trate de una enfermedad neurodegenerativa, la enfermedad de Párkinson no es mortal en sí misma. La expectativa de vida promedio de un/a paciente con Párkinson generalmente es la misma que las personas que no la padecen.

El Párkinson es una enfermedad neurodegenerativa, crónica e invalidante, que afecta al sistema nervioso central. Es la segunda patología neurodegenerativa en prevalencia y, como muestra de ello, el Párkinson afecta aproximadamente a 2.000 personas en el área sanitaria de Vigo.

El óptimo tratamiento médico, así como las terapias rehabilitadoras adecuadas, pueden mitigar los síntomas de la enfermedad en sus distintas fases. De este modo, los/as pacientes pueden mantener su actividad cotidiana o algunas de las mismas y esto les permitirá tener una buena calidad de vida durante años después del diagnóstico.

Sobre la enfermedad

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo, significa que afecta al sistema nervioso, produciéndose daño y posterior deterioro de las neuronas ubicadas en una región del cerebro, en el caso del Parkinson esto sucede en la zona en la que tenemos la sustancia negra. Las neuronas de esta región son las encargadas de producir dopamina –un neurotransmisor, una sustancia química que permite que nuestras neuronas se comuniquen entre si– y que resulta fundamental para que los movimientos de nuestro cuerpo se realicen correctamente.

Si el cerebro no dispone de suficiente dopamina, no podrá enviar los mensajes necesarios para tener una buena coordinación y control del movimiento, se enviarán mensajes erróneos de cómo y cuándo moverse, por ese motivo, de forma gradual, notamos los síntomas relacionados con el movimiento que son típicos de la enfermedad, son los síntomas motores.

La enfermedad de Parkinson es crónica y progresiva, de larga duración y progresión generalmente lenta cuyos síntomas empeoran con la evolución de la enfermedad. Su curso gradual, suele comenzar habitualmente afectándose un solo lado del cuerpo, aunque es un trastorno muy heterogéneo, en el que cada paciente puede presentar unos síntomas y curso muy variable. No tenemos ningún factor que nos permita anticipar el curso de la enfermedad en cada persona. Por eso el tratamiento es personalizado en cada caso.

El óptimo tratamiento médico, farmacológico y de terapias rehabilitadoras así como un buen programa de actividades, pueden mitigar algunos de los síntomas de la enfermedad. Los pacientes después del diagnóstico pueden mantener una buena relación con su actividad cotidiana y una óptima calidad de vida en su entorno.

Parkinson: 200 años de investigación

En 1817 se publican los resultados del primer estudio, basado en la observación directa de 6 personas con características comunes y aquejadas de la misma dolencia, entonces fue llamada parálisis agitante, hoy la conocemos como enfermedad de Parkinson.

James Parkinson, nacido en 1755, fue médico clínico, sociólogo, botánico, geólogo, y paleontólogo británico.

Publicó un gran número de trabajos relacionados con la medicina, pero entre ellos el libro que le dio más renombre fue An Essay on the shaking palsy, publicado en 1817, donde describe la parálisis agitante, enfermedad que hoy lleva su nombre.

J. Parkinson fue la primera persona que describió, después de tres largas décadas de experiencia clínica, a partir de la investigación sistemática de seis individuos con similar sintomatología, la enfermedad que hoy lleva su nombre. La publicación “An Essay on the shaking palsy” es una monografía de la que hubo ocho ediciones, y consta de 5 capítulos con un total de 66 páginas. El ensayo comienza con un prólogo de cuatro páginas, en el que J. Parkinson menciona que lo que describía como unas “sugestiones precipitadas”, era una investigación exhaustiva y rigurosa, pero en la que no había realizado exámenes anatómicos detallados.

Sin embargo, en cuanto vemos la descripción sintomática realizada, observamos que apenas cambia en dos siglos, hasta nuestros días: “Involuntary tremulous motion, with lessened muscular power, in pats not in action and even when supported; with a propensity to bend the trunk forwards, and to pass from a walking to a running pace; the senses and intellect being uninjured”. «Movimientos involuntarios de carácter tembloroso, con disminución de la fuerza muscular que afectan a partes que están en reposo y que incluso provocan una tendencia a la inclinación del cuerpo hacia delante y a una forma de caminar a pasos cortos y rápidos. Los sentidos y el intelecto permanecen inalterados».

La descripción realizada por J Parkinson en 1817 es muy completa, aunque no menciona dos síntomas fundamentales de la enfermedad, la rigidez y los trastornos neuropsiquiátricos.

Años más tarde Charcot y Vulpain (1861) describen en su obra De la paralysie agitante, cómo, por lo general, las facultades psíquicas están afectadas. Charcot en su trabajo Lecons sur les maladies du systéme nerveux (1875), revisa nuevamente el tema. Jean Martin Charcot fue quien acuño el epónimo enfermedad de Parkinson, pero tardó en ser utilizado más de cuatro décadas después de la publicación del escrito “An Essay on the shaking palsy”.